‘La Dama de la Huaca’, conoce esta aterradora leyenda jarocha
Bien dicen que el Puerto de Veracruz es un lugar plagado de leyendas, pues fue aquí donde se dio el contacto entre el viejo y el nuevo mundo. Este puerto con el paso de los años, después de su fundación se volvió uno de los puertos más importantes de México, pues en el entraban todo tipo de mercancías, animales y hasta personas que buscaban otro estilo de vida diferente al de España, llegaban con sueños, metas e ilusiones que esperaban cumplir en la Nueva España.
Tal es el caso de la historia de Doña Catalina, una mujer muy acomodada de la ciudad de Barcelona, España, que llegó al puerto de Veracruz, buscando establecer una tienda de tabaco y de ropa para dama. Cabe decir que todos los que conocían a Doña Catalina le tenían un gran respeto, pues era una mujer de familia acomodada, su padre confiaba plenamente en ella para los negocios familiares. Doña Catalina quedó sorprendida con las murallas de la ciudad al bajar del muelle, pues le recordaban a su ciudad natal.
Con el paso del tiempo, Doña Catalina pudo fundar su empresa de tabaco y su tienda de ropa para damas y tiempo después, contrajo matrimonio con uno de sus trabajadores. Según cuenta la leyenda, su esposo y Doña Catalina, tuvieron a sus primeros hijos a la edad de 23 años.
Y aún con sus hijos, Doña Catalina nunca dejó su negocio, pues daba todo por él y tenía el apoyo de su esposo. Cuando los niños crecieron y se volvieron mayores, su esposo murió, dejando sola a Doña Catalina, y al tener ella el dinero de sus empresas y el que su esposo había ahorrado, los codiciosos hijos optaron de todo para deshacerse de su madre. La intentaron mandar a asilos e incluso la hacían pasar por loca y hasta por bruja, pero a pesar de sus intentos, nadie les creía, pues todos en la ciudad tenían gran respeto hacia Doña Catalina.
Sin embargo la avaricia de los hijos no se detenía y planearon un cruel destino para su madre. Doña Catalina amaba fumar, iba a la playa que estaba fuera de la muralla en aquel entonces y se sentaba en una pequeña choza mientras fumaba su pipa o de vez en cuando un puro. Y cuando el sol se ponía regresaba a las puertas de la muralla para entrar de nuevo en la ciudad y volver a su casa.
Cabe decir que Doña Catalina no era nada tonta, pues sabía que sus hijos codiciaban su dinero, tanto que ordenó a uno de sus fieles sirvientes, que sus riquezas y las de su esposo, fueran enterradas más allá de las murallas. Y una noche, ella y su sirviente salieron de la ciudad, partieron hacia un barrio pesquero que se encontraba afuera llamado actualmente “La Huaca” y lejos de la gente en un terreno baldío, ella y su sirviente enterraron las riquezas de ella y su esposo, dinero, joyas, las escrituras de sus tres casas en el Centro Histórico y las de las tiendas. Todas las riquezas quedaron enterradas.
Posteriormente un día cuando regreso a casa, después de una tarde de té. Doña Catalina se encontró con sus hijos, los cuales le preguntaron sobre la herencia que ella les iba a dejar. Y viendo que su avaricia no conocía limites, les dijo que todo lo había repartido entre la comunidad pesquera y los trabajadores de ella y su esposo. Los hijos estallaron en cólera y salieron dando portones esa noche del hogar de Doña Catalina.
Pero, una noche mientras ella dormía uno de sus hijos agarró la pipa de su madre y puso veneno en la boquilla, sabiendo que su madre fumaría al día siguiente. Y así pasó Doña Catalina se levantó por su desayuno, se vistió y se quedó sentada leyendo un libro y acto seguido metió la pipa en su boca. Lentamente sintió como se desvanecía y cayó al piso, Doña Catalina había muerto envenenada.
Al día siguiente los hijos fueron y encontraron a su madre muerta y sin pensarlo, empezaron a buscar por toda la casa, joyas, escrituras, dinero, pero no encontraron nada. No había completamente nada y furiosos, se llevaron el cuerpo de su madre y lo enterraron durante la noche en las afueras de la muralla. A la gente del puerto que estimaba a Doña Catalina y a sus sirvientes, los hijos les hicieron creer que Doña Catalina se había regresado a España.
Sin embargo esta historia no acaba aquí, pues tiempo después de la muerte de Doña Catalina, sus hijos empezaron a tener misteriosos accidentes, uno murió aplastado por una roca con la que construían la catedral, otra de las hijas fue encontrada asesinada afuera de su casa y el último hijo cayó en completa pobreza, y pasó de ser un joven guapo y adinerado, a un vagabundo que pedía dinero por las calles.
Tiempo después, mucha gente empezó a ver a Doña Catalina en las afueras de la ciudad, con su vestido blanco, caminando por la playa y actualmente se cuenta que Doña Catalina se aparece en el boulevard de Veracruz, cerca de La Huaca a las 3 de la mañana. Muchos que la han visto dicen que no se puede ver su cara, solo ves su vestido blanco y un velo blanco cubriendo su cara, sus manos están llenas de lujosos anillos y su piel se ve blanca. La leyenda dice que se aparece con su pipa con la que murió, otros con un cigarro, pidiendo amablemente que se lo prendas.
Dicen que si se lo prendes, ella te va a guiar hacia donde enterró sus riquezas y otros que si no le ayudas a prender el cigarro, una desgracia horrible te va a suceder, tal y como le paso a sus hijos.
Fuente: La Fiera